La próxima semana continuamos con las Alianzas Público-privadas. Hoy escribo sobre los fundamentos filosóficos de la tributación y los usos de dichos recursos.
Es importante analizar estos temas un poco más a la luz de la historia que de los discursos políticos y académicos actuales, ya que ellos traen, muchas veces, el error en sus fundamentos. Esto lo pasamos por alto porque ya es el «mainstream».
Yo soy revolucionario de corazón. Mis héroes intelectuales son revoltosos de hueso colorado. Mi idea es que hay que cambiar al mundo. Que hay que destruir el status quo. Pero no soy de izquierda. Tampoco soy de lo que llamaríamos la derecha latinoamericana.
¿Quiénes son mis héroes?
La gente normal que luchó por romper privilegios arbitrarios y construirse un mejor futuro.
Roma tiene muchos de estos héroes. Dejar una monarquía y convertirse en una República, requirió de estos héroes.
Algunos han hecho leyenda. Ya en este blog he mencionado algunos.
William Wallace fue inmortalizado en cine por Mel Gibson. La última versión de Robin Hood, también es de esas historias. Aunque el verdadero hombre tras el nombre de Robin Hood no es conocido, en esta película encarna el sentimiento que llevaría a Inglaterra a lograr el reconocimiento de derechos frente al rey.
La historia está llena de esos ejemplos. Guy Faulke, la leyenda que inspira al misterioso enmascarado en V with a Vengeance.
Mis héroes también han sido caricaturas. ¿Ya vio Los Increíbles?
Todos pensaron igual que yo. Algo había que cambiar.
Intelectualmente hay dos caminos: aceptar que se puede planificar la vida de todos. O pensar que cada ser humano puede tomar mejores decisiones por sí mismo.
La primera es una corriente que endiosa la razón a un grado de omnipotencia, la segunda racionalmente acepta límites a esa misma capacidad.
El mundo se desvive por la primera. Es la corriente francesa.
La otra es la que dio origen a la tradición escocesa, fundamento de la estructura constitucional inglesa y americana, de 1776. Ya no la siguen.
Encontramos el error en la historia.
La revolución francesa duró pocos años y se le conoció como un régimen de terror, dirigido por Robespiere. De 1789 a 1804, vivieron bajo esa sombrilla. Quisieron cambiar todo. Desde el lado de conducir los caballos por la calle, hasta el nombre de los meses y días de la semana. Hoy perdura solo el lado de conducir, pues es un orden Taxis. Para mantener lo demás, simplemente guillotinaron a todo aquel que estaba en contra. Linda forma de vivir la libertad, igualdad y fraternidad, ¿verdad?
Ah, sí, en 1811, Napoleón se coronó emperador. Como los Luises sólo fueron reyes…
La revolución americana, por su lado, duró hasta que la corriente francesa la alcanzó. Eso pasó con el New Deal de Franklin D. Roosevelt, allá por los 1930s. Desde 1776, hasta el siglo XX, las 13 colonias de la independencia, pasaron de sobrevivir, a exportar capital suficiente para decidir la primera guerra mundial.
Latinoamérica tomó el modelo francés.
De los orígenes filosóficos que le comento, surgen:
A) el positivismo, especial trascedencia, el jurídico. Estas corrientes fundamentan a los Nazis y Franquistas, entre otros.
B) la dialéctica y las escuelas de Hegel y Marx, con su desarrollo en la práctica del leninismo y castrismo.
C) el mercantilismo, con sus intervenciones en toda Latinoamérica y en Guatemala, desde 1871, con la reforma «liberal» -francesa- de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios, la cual pasa por Carrera y Ubico. No muere allí y se revive en los gobiernos militares de 1955 a 1985. Algo modernizado lo encontramos en el gobierno de Álvaro Arzú y la tendencia del FRG liderada por el General Ríos Montt.
D) La socialdemocracia, que es un punto medio entre mercantilismo y socialismo, con expresiones en todas las actuales democracias latinoamericanas. Vinicio Cerezo y versiones light como Serrano Elías, a versiones más «duras» en Portillo y Colom, en Guatemala, Evo, Correa, Lula y Chavez, por citar algunos más.
La corriente «escocesa», tiene mucho en común con los estudios teológicos y antropológicos de los cristianos: El único omnipotente es Dios; la razón del ser humano no puede conocerlo todo; el ser humano tiene libre albedrío, que deriva en su libertad de acción en el mundo material. La Salvación es personal, por lo que el ejercicio de la libertad es personal y hay que asumir las consecuencias. El gobierno que permite la salvación individual (la búsqueda de la felicidad) es uno que respete esos parámetros, por lo que debe ser un gobierno limitado.
Es lo que fundamentó la redacción de esa constitución.
El error está en no querer aceptar que el ser humano no puede planificar la vida de todo un país, ya que tendríamos que guillotinar a todos los que no están de acuerdo, aún con algo tan tonto, como cambiar el lado de conducir los vehículos. Un conjunto de reglas básicas, redactadas en sentido negativo, garantiza lo que cada uno puede hacer. Una estructura constitucional que prohíbe a los «tenedores del poder público» hacer más allá de taxativas obligaciones, garantiza esa esfera.
¿Me ayuda a cambiar el status quo y enmendar el error?
Mario E. Archila M.
Un comentario en “La revisión histórica”