He pasado un par de días en un Congreso Internacional de Tributación en la ciudad se Quetzaltenango. Ha sido una experiencia académicamente interesante.
La alineación de ponentes era muy variada. Colombia, Ecuador, Perú, México, Chile y Guatemala prestaron, a través de sus tributaristas, visiones diferentes sobre los temas actuales, aunque muchos coincidentes en el fondo.
Estamos ya en épocas en las que los gobiernos justifican su voracidad fiscal y proponen conceptos equivocados que vamos dando por sentados.
Así, por ejemplo, las famosas BEPS, tergiversan el lenguaje para pretender equiparar la elusión tributaria con la evasión. Todo porque se parte de la idea que “pagar impuestos es bueno”.
Muchos años llevo trabajando en una idea: pagar impuestos es perverso de por sí. Su justificación es puramente legal. Quitar el producto de su trabajo a una persona es una institución más cercana a la esclavitud que a la república. Más cerca del feudalismo que un sistema democrático republicano. Quedamos presos y siervos de los políticos. ¿Está usted de acuerdo a seguir manteniendo a esa ralea?
Si bien, la vida en sociedad requiere cubrir ciertos gastos comunes que nos permitan a todos vivir en condiciones positivas, la noción que es vía impuestos y un sistema de redistribución de riqueza lo que resulta ser una postura violadora de principios como tal. Año a año, con esa excusa, vemos cómo se otorgan facultades invasivas a la administración tributaria, se nos acusa de ser delincuentes teibutarios y se pretende que seamos siervos sin voz ni voto.
La verdadera discusión debe estar en los principios y en análisis de las consecuencias de dejar esos principios de lado, entregando poderes omnipotentes a la administración tributaria y el Congreso.
Mario E. Archila M.
¿Cuál sería la alternativa a pagar impuestos? ¿No don éstos el costo de tener gobierno? Reducir el tamaño de éste es fundamental. Se requeriría de menos impuestos para sostenerlo, además de reducirse la corrupción y, lo más importante, habría menos intromisión en nuestras vidas y, por ende, mayor libertad.
La revisión de las funciones desempeñadas es esencial. Una vez que determinamos cuáles son superficiales, superfluas y duplicadas, podemos reducir el gasto. Para empezar.
De acuerdo
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