En estas épocas de polarización se es del bando facho o del bando chairo. El otro siempre está mal. Pensar distinto al grupo predominante en un momento y lugar particular es ya una condena a ser el que está mal.
Sin embargo, el debate zurdo-diestro de la política simplemente es uno que no tiene sentido cuando el problema de la opresión, la corruptela, el populismo y el abuso de poder pasan por el otro eje: individuo-colectivo.
La historia de la humanidad ha sido la de lograr el reconocimiento de su existencia como un fin en sí mismo. Otorgar a cada uno de los seres humanos que habitamos el planeta la categoría de persona y las cualidades de igual al vecino.
Las grandes luchas han sido por dejar atrás actitudes discriminatorias. Desde abolir la esclavitud hasta el reconocimiento del voto universal. Evitar privilegios y romper estructuras de clases o castas y, a veces, de segregación religiosa, no digamos racial.
Esas luchas se dan en el eje individuo frente a colectivo. Se rompen las ideas de tribus, de etiquetas. “Los xxx son” y luego ya se daban privilegios o se establecían limitaciones. Es un pensamiento de agrupar, etiquetar, embalar a un grupo de personas para negarles derechos u otorgarles privilegios.
En ese eje no hay distinción entre derecha o izquierda. Se dice que los nacionalismos, Franco, Mussolini o Hitler, son de derecha, mientras que los socialismos y comunismos, grupos de clase social y económica, son de izquierda.
En el eje individuo-colectivismo es indiferente. En cualquier totalitarismo el individuo que no es del “grupo” en el poder está condenado a ser despojado de sus derechos, mientras que quien está en el poder goza de los beneficios y privilegios de haber esclavizado a todo un país.
De ello que surgen las conductas viciadas para acceder al poder. La corruptela, el abuso, los compadrazgos. Y los seres humanos excluidos de ese arbitrario grupo que es “mejor” a los ojos del caudillo, se ve destruido y despojado de eso que llamamos dignidad: el ser un fin en sí mismo.
Ser chairo y ser facho, finalmente, es simplemente condenar a todo aquel individuo que no esté en concordancia con el líder de turno a un estatus de esclavo moderno. Esclavo de los colectivos. Sistema que luego se pervierte en un totalitarismo pleno en el cual sólo son seres humanos plenos los que ostentan el poder y sus amigos.
Mario Estuardo Archila M.