Se viene el famoso día de muertos y de todos los santos. Para muchos, es más famoso Halloween o el fiambre. La verdad es que lo que cada cual sienta como importante de la fecha es personal. Eso sí, me dio por reflexionar sobre eso que es lo inevitable: moriremos.
Todos y cada uno de nosotros morirá. Unos antes, otros después, pero todos. La vida es un paso efímero dentro del camino al más allá; cualquiera que sea la idea que tengamos de él.
Desde la iluminación de la muerte, los días cobran otro significado. La juventud, algunas veces, nos da la ilusión de que el momento de fallecer está lejano en el tiempo. Cercanamente pasamos por una muerte prematura. Nadie tiene la vida comprada.
Los estoicos proponían recordar siempre que la muerte llegará. No para lamentarse o dejarse morir, sino para dar perspectiva a lo que tenemos en el hoy. Agradecer lo bueno y estar presente en el hoy y ahora.
Sacarle el máximo a cada instante, viviendo intensamente, manifestando nuestros valores en cada acto. Siendo conscientes de nuestra efímera existencia, pero convencidos que podemos construir una vida de esas que vale la pena vivir, como decía nuestro querido Diego.
En estas fechas, de mi parte, entro en momentos de análisis sobre qué merece mi tiempo, mi atención, mis pensamientos y mis emociones.
Feliz asueto.
Mario E. Archila