El Antimonopolio: ¿Protección o Ilusión Económica?

En el mundo empresarial, es común escuchar sobre leyes antimonopolio y su papel en la protección de la competencia. Sin embargo, al profundizar en el tema, surge una cuestión inquietante: ¿es el antimonopolio una herramienta efectiva o una construcción ideológica que limita innecesariamente la eficiencia económica?

Sin pretender explicaciones técnicas aburridas, con estas líneas tratamos de explicar al mundo empresarial cómo las leyes antimonopolio afectan sus negocios.

El Antimonopolio Como Religión

Uno de los puntos más llamativos en la crítica al antimonopolio es que se le compara con una religión. Se argumenta que no se basa en datos empíricos concretos, sino en creencias y presunciones sobre cómo debería funcionar el mercado. Se mencionan doctrinas y conceptos abstractos como el “poder de mercado”, que a menudo se presentan como realidades tangibles cuando en realidad son construcciones teóricas.

El término «poder» implica, según el diccionario de la Real Academia Española, dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo. Sin embargo en el «mercado» no existe realmente un poder. Lo que podemos ver es conveniencias momentáneas que permitan a alguien pactar ciertas condiciones que parecen ser fuera de lo normal para los demás, mas no hay poder en el sentido de obligar contra su voluntad a otro a hacer algo. Eso simplemente no existe.

Las leyes de Competencia se usan como supuestos instrumentos para «corregir el mercado». No obstante, no es del todo así y podemos usar de ejemplo, el caso de Standard Oil. Frecuentemente citado como ejemplo de monopolio, revela que la participación de la empresa en la capacidad de refinación de EE.UU. había caído del 82% en 1899 al 64% en 1911, incluso antes de que se dictara la sentencia antimonopolio. Este dato sugiere que la competencia estaba actuando de manera natural sin necesidad de intervención. Las altas ganancias de un sector o industria pueden ser el incentivo para fomentar competencia en dicho sector.

Es así que, de hecho, podemos sostener que las leyes antimonopolio o de competencia persiguen objetivos contradictorios. Por un lado, buscan proteger la competencia, pero también pretenden evitar que ciertas empresas dominen el mercado, lo que genera una paradoja: ¿Cómo premiar la eficiencia sin penalizar el éxito?

El Dilema de las Fusiones y la Competencia

Las fusiones empresariales son un ejemplo claro de cómo este tipo de legislación puede actuar en contra del crecimiento natural de las empresas. En muchos casos, la eficiencia obtenida mediante una fusión se considera una desventaja competitiva que debe ser sancionada. Esta postura ignora que, en la mayoría de los casos, las fusiones permiten a las empresas ofrecer mejores productos y servicios a los consumidores.

Se menciona que, en ciertas situaciones, las fusiones de conglomerados fueron calificadas de “siniestras” simplemente porque no se trataba de fusiones horizontales o verticales. Además, se condenaban fusiones que generaban ventajas competitivas, lo que va en contra de la lógica empresarial y la innovación. Una fusión permite, claramente, la unión de capacidades empresariales complementarias que serán mucho más rentables, ágiles y «competitivas» en el sentido que ganarán más favor de sus clientes. Claro, si todo sale bien. Tener más clientes es, claramente, el objetivo de todo empresario. Eso es el fin de competir en el mercado. Se compite por el favor del cliente.

El “Mercado”: Una Metáfora Cuestionable

Por otro lado, se critica la subjetividad en la aplicación de las leyes antimonopolio. La falta de criterios claros permite decisiones arbitrarias que, más que proteger la competencia, generan incertidumbre en el mercado. Encontramos este ejemplo en la propia definición del “mercado relevante”. Sin una base empírica sólida, esta definición se convierte en una herramienta flexible que puede justificar cualquier decisión. Se argumenta que, en lugar de reflejar una realidad objetiva, el mercado es una construcción teórica que facilita la intervención del Estado.

Así, podemos citar el caso Coca-Cola en la Unión Europea, en el que la empresa argumentó que su cuota de mercado en el sector de bebidas no carbonatadas era inferior al 1% en algunos segmentos. Este argumento formaba parte de su defensa para demostrar que no tenía una posición dominante en todos los submercados de bebidas.

La Comisión Europea, sin embargo, consideró el mercado relevante distinto, donde Coca-Cola tenía una posición mucho más fuerte. Este enfoque permitió a la Comisión evaluar el impacto de las prácticas comerciales de Coca-Cola en la competencia de manera más efectiva.

Es por ello que con la simple creación de categorías de mercado, bastante arbitrarias, como mercados específicos para helado “superpremium” o bocadillos de sardinas, se genera un nivel de especificidad que permite bloquear fusiones bajo el argumento de que afectan un segmento minúsculo del mercado general o bien sancionar por «poder de mercado en el mercado relevante».

Reflexión Final

El debate sobre el antimonopolio no está cerrado. Para los empresarios, es vital cuestionar si estas leyes realmente favorecen la competencia o si, por el contrario, obstaculizan la innovación y el crecimiento. Entender los fundamentos y las críticas al antimonopolio puede ser una herramienta valiosa para navegar el complejo entorno regulatorio y tomar decisiones más informadas para el futuro de sus empresas.


Fuente principal: Edwin S. Rockefeller se graduó de Yale College y Yale Law School. Tiene una maestría de la Johns Hopkins School of Advanced International Studies. Después de obtener su título en derecho estuvo dos años trabajando en la Agencia de Inteligencia Central (CIA), tres años en el U.S. Army Judge Advocate General’s Corps y cuatro años en el personal de la Comisión Federal de Comercio (FTC). Es autor de «The Antitrust Religion» (2007), donde critica las leyes antimonopolio en Estados Unidos, argumentando que se basan más en creencias ideológicas que en datos empíricos.

Además, escribió «YALE & The Ivy League Cartel: How a college lost its soul and became a hedge fund», analizando la evolución de las universidades de la Ivy League.

Su experiencia en agencias gubernamentales y su práctica privada le han permitido ofrecer perspectivas críticas sobre la regulación antimonopolio y la educación superior en Estados Unidos.

Mario Estuardo Archila

Publicado por Mario E. Archila

Si bien soy abogado, siempre he tenido una pasión por los valores y la forma en que las personas toman sus decisiones. Soy catedrático y eso me ha llevado a estudiar cosas alejadas de mi profesión inicial. Un amigo dice que soy el "abogado con valores", pues paso mucho tiempo educando en cómo tomar esas decisiones de la vida, administrar correctamente el tiempo, fijarse metas y lograrlas... Espero que te ayude lo que acá encontrarás.

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