En materia de competencia se habla mucho de corregir las fallas del mercado. Concepto que realmente me hace recordar esa obra fantástica “La fatal arrogancia”, pues es una postura muy arrogante decir que existen fallas en el mercado.
Lo que usualmente ocurre es que hay fallas en la legislación. Como trata Hayek en Derecho, Legislación y Libertad, los procesos de mercado son ámbitos que surgen de la interacción de millones de personas a lo largo del tiempo. Estos procesos originan normas tipo nomos. Es decir, normas de recto comportamiento que no se establecen con un fin particular en mente. Es así que muy difícil es determinar que existe un fallo.
Posible, cuando se percibe un fallo, estemos frente a un resultado no esperado o bien distinto al que imaginamos. Eso, sin embargo, no es un fallo del mercado, simplemente es un resultado distinto al que algún modelo mental establecido nos hizo esperar.
Es así que el modelo de competencia perfecta, por ejemplo, propone ciertas premisas que deberán cumplirse para concluir que no hay fallo. El error conceptual, empero, es precisamente que se estaría tratando un orden “nomos” como si fuera una organización o un orden taxis: reglas para obtener un resultado especificado en ese diseño.
El mercado, por tanto, no necesariamente tiene fallos, sino que se pretenden resultados específicos en un tipo de orden que es imprevisible.
Vamos a analizar en futuros artículos algunos de esos supuestos fallos.
Mario E. Archila
